El 7 de abril marca el registro de la primera zamba en SADAIC, una danza que retrata el encuentro de dos almas y ha dejado un legado musical inigualable en la cultura argentina.
Cada 7 de abril, se recuerda una fecha especial para la música y danza folklórica argentina: el registro en SADAIC de la primera zamba, un hito que marcó el inicio de la consolidación de esta danza como una de las más representativas del país. Aunque el Día Nacional de la Zamba se celebra oficialmente el 29 de septiembre en honor a Gustavo “Cuchi” Leguizamón, uno de los grandes referentes del folklore, el 7 de abril se mantiene como un día de tradición y reivindicación de este género.
La zamba, romántica y sensual, ha sido fuente de inspiración para numerosos artistas, dando lugar a canciones emblemáticas como “Zamba para no olvidar”, “Zamba de mi esperanza” y “El Paraná en una zamba”. Su característico baile, que mezcla pañuelos, miradas y elegantes movimientos, representa el encuentro de dos almas, una metáfora de los sentimientos que fluyen en la danza.
Aunque hay una disputa histórica entre santiagueños y tucumanos sobre el primer registro de la zamba en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC), lo cierto es que esta danza tiene sus raíces en la zamacueca, una música y danza originaria de Perú. La zamba se caracteriza por su compás variado, que puede ser de 6/8 o 3/4, y por su coreografía que combina arresto, media vuelta y vuelta entera.
Dentro de sus modalidades, destacan la «zamba carpera», que resalta el bandoneón y tiene un ritmo más ligero, y la «zamba alegre», más dinámica y suelta, en la que se alternan compases de zamba y gato.
Hoy, con fechas oficiales y no oficiales, la zamba sigue siendo celebrada y bailada en todo el país, una verdadera joya del folklore argentino que está en el corazón de todos los argentinos.
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