La investigación sobre la desaparición de María Cash se trasladó a un tramo específico de la Ruta Nacional N°16, entre las localidades de Boquerón y El Galpón. Durante estos días, equipos especializados llevaron a cabo intensos rastrillajes en una zona boscosa, identificada por los investigadores como clave. Aunque no se hallaron pruebas concluyentes, ciertos indicios entusiasman a la Fiscalía y podrían abrir nuevas líneas de acción.Los equipos del CIF mantienen su enfoque en las áreas priorizadas por las antenas telefónicas y las declaraciones de testigos.
El fiscal Villalba confirmó que los trabajos se concentraron en puntos señalados en un mapa estratégico elaborado con base en antenas telefónicas vinculadas al celular de un camionero implicado en la causa. “Hemos avanzado en dos de los diez puntos clave con resultados alentadores”, aseguró Villalba, quien adelantó que se solicitarán nuevas autorizaciones a la jueza federal Mariela Giménez para extender los operativos. El principal sospechoso, Romero, fue detenido semanas atrás tras detectarse inconsistencias en sus declaraciones durante la revisión de pruebas. Sin embargo, su delicado estado de salud —derivado de un cáncer de próstata— le permitió acceder a prisión domiciliaria por decisión de la jueza Giménez. Pese a esto, un dato revelador vincula directamente al acusado con los marcajes realizados por perros entrenados, lo que refuerza la hipótesis de su participación.
El funcionario del Ministerio Público adelantó, sin dar más detalles, que “es el testimonio de un hallazgo que realizó una persona del lugar, que no tiene ninguna contaminación de nada” y remarcó que los datos serán incorporados al expediente y se le solicitará a la jueza “que nos autorice un nuevo rastrillaje, que ya lo haríamos con la gente nuestra del CIF”. Sobre esto último, varios testigos volverán a declarar. Dos de ellos son Andrés Reyes y Jesús Brito, empleados de una estación de servicio que dijeron haber visto a la joven en 2011.