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Padre Méndez: “Las luces del poder hacen olvidar el origen”

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El padre Raúl Méndez lanzó un llamado contundente a la clase política: pidió que quienes ejercen el poder recuerden el mandato con el que fueron elegidos y advirtió sobre la peligrosa desconexión entre decisiones públicas y las vidas concretas de la gente.

Desde el púlpito y en una intervención que ya trascendió lo religioso para convertirse en lectura política, Méndez señaló declaraciones recientes de funcionarios que, a su juicio, muestran “una mirada que perdió de vista al ser humano”. Citó expresiones —según dijo, escuchadas en ámbitos oficiales— que relativizan la educación de los hijos de jornaleros o que minimizan el valor de la asistencia sanitaria para quienes viven lejos de los grandes centros urbanos.

El sacerdote puso como ejemplo la polémica en torno al acceso al hospital Garrahan: “Decir que los niños del interior no deberían ir al Garrahan es negar una realidad donde ese hospital muchas veces es la última puerta. ¿Qué cálculo humano hay detrás de eso?”, preguntó. Para Méndez, la discusión no es técnica: es ética. “Se hacen análisis con una matemática curiosa, que olvida a las personas”, dijo.

También se refirió a los anuncios económicos y a la opacidad sobre el destino de los recursos: “Se habla de un salvataje, pero nadie sabe cuánto ni a quién va a beneficiar. Lo importante no es cuánto llega, sino si llega a quienes lo necesitan”, sostuvo, con un llamado a la transparencia y a la rendición de cuentas.

El padre Méndez no se quedó en las críticas: reclamó coherencia. “Los votos no son solo del presidente; respaldan a gobernadores, senadores, diputados y concejales. No es legítimo pretender que solo cuenten los de una autoridad”, afirmó, y advirtió sobre la tentación del poder: “Las alfombras y las luces del centro son muy fuertes, pero uno no puede olvidar de dónde viene”.

Su mensaje combina reclamo social y admonición moral: que la política recupere un horizonte humano en vez de quedar reducida a números y discursos técnicos. Y concluye con una imagen que busca pegar en la memoria pública: el poder que olvida sus raíces termina traicionando a quienes lo eligieron.